viernes, 19 de octubre de 2018

Memoria: 17 años sin Digna

19 Oct 2018. Cdmx. Por la mañana de hoy se realizó una Celebración Ecuménica en Memoria de Digna Ochoa a 17 años de su muerte e impunidad de la defensora de derechos humanos.

Cabe recordar Digna Ocho fue asesinada el 19 de octubre de 2001, en la CDMX, después que semanas antes había comunidades de región de Guerrero y se le pidió apoyo jurídica para la defensa de presos y perseguidos del estado.

En la misa se contó familiares y diversos personajes defensores de derechos humanos, compañeros de Digna Ochoa.

Pilar Noriega, Emilio Álvarez Icaza, Magdalena López Paulino, Éricka Zamora, Fray Julián Cruzalta, la sobrina de Digna Ochoa, Daniel Olivera, Kyrie Solano, Maritza Macín, Humberto Robles, entre otrxs.
Comunidad Teológica de México.





17 años de la ejecución extrajudicial de la defensora de derechos humanos DIGNA OCHOA Y PLÁCIDO

19 de octubre, 10 hrs.


Del Observatorio Nacional Ciudadano

"En el Observatorio Nacional Ciudadano recordamos el caso Digna Ochoa, abogada defensora de derechos, que trabajó durante muchos años en casos en los que funcionarios públicos habían estado implicados en graves violaciones de derechos humanos"

Digna Ochoa y Plácido presente hoy y siempre

19 de octubre de 2018
El amor profundo hacia las personas y tu sentido de la búsqueda de la justicia para el oprimido te condujeron a decenas de personas para defenderlas jurídicamente.
Ese amor, esa búsqueda y tu fe en Jesús te llevaron a encontrarnos, ya te conocíamos porque leímos en el periódico del acoso en tu contra, de las amenazas, de tu exilio, del intento de ejecución extrajudicial cuando te dejaron amarrada a una silla con el tanque de gas abierto.
Pero nos encontramos (nos encontraste) en el mal llamado y tristemente célebre Centro Federal de Readaptación Social (CE.FE.RE.SO) número 1 llamado en aquél 2001 “La Palma”, hoy llamado “Altiplano”.
Alejandro, Héctor, Antonio Cerezo Contreras y Pablo Alvarado Flores habíamos sido detenidos el 13 de agosto de 2001 y trasladados a “la Palma” el 17 de ese mismo mes y año acusados de delincuencia organizada, terrorismo, daño en propiedad ajena entre otros delitos.
Con todo tu amor, sentido de la justicia y tu fe fuiste muy clara en explicarnos que nuestra obligación era estar atentos en las audiencias para apoyar nuestra defensa.

No hablaste de tus honorarios, hablaste como una persona que desde las leyes defendías a quienes habían sido víctimas del Estado sin que tu fe se contrapusiera con la búsqueda de Justicia. Tu práctica era la fiel expresión del ideal del cristiano comprometido con el pueblo del que forma parte: “construir el reino de Dios en la Tierra aquí y ahora”.
Resultaste demasiado incómoda, demasiado subversiva, demasiado congruente y por ello te ejecutaron extrajudicialmente el 19 de octubre de 2001 en tu despacho del entonces Distrito Federal.
No era nuestro caso el único que llevabas, nunca fuiste mezquina con tus conocimientos ni con tus capacidades jurídicas, no nos juzgaste antes que el Estado para definir la pertinencia de llevar o no nuestro caso. Lo asumiste y lo llevaste hasta el día de tu muerte como el de otros luchadores sociales de Guerrero y de otros estados del país.
Si algo te define ante nuestros ojos además de tu nombre es amor y justicia, lucha constante y verdad.
Todavía presos Héctor y Antonio en Morelos, a finales de 2007 y principios de 2008 tuvimos la fortuna de conocer a tus hermanas de la congregación de las dominicas del verbo encarnado. Conocerlas fue conocerte un poco más, el comprender el sentido de tu vocación, de tu vida, de tu práctica, de tu ejecución cobarde y fríamente ejecutada.
Todavía hoy, 17 años después de que nos fuiste arrancada, caminamos con tus hermanas, fuiste, eres, ya lejos de nosotros, un lazo que no se ha roto salvo por la partida anticipada de personas que llegamos a querer y que hoy amamos como parte de nuestra familia.
Tu nombre, tu vida y tu ausencia es un punto de encuentro de quienes como tú luchamos por Justicia, por Verdad, por Memoria.
No vamos a condenarte al olvido, no vamos a medir la pertinencia política de exigir hoy para ti Justicia, Verdad, Memoria y el desmonte de las estructuras que hicieron posible tu ejecución extrajudicial, porque no somos nosotros quienes negaron la lucidez y la pureza de tus convicciones, no somos nosotros quienes con frío cálculo político de por medio demeritaron tu vida, tu trabajo, tu vocación y entrega al pueblo oprimido, explotado, rebelde, y en lucha por sus derechos.
Hoy como siempre, hoy más que siempre nos toca ser inoportunos, tal vez impertinentes por recordar tu nombre, un pedacito de tu vida, cuándo, dónde y por qué te ejecutaron, porque hoy muchos considerarán una afrenta exponer la necesidad de hacer Justicia en tu caso y de develar la Verdad que llevó a tus asesinos a lograr su cometido.
Seguimos juntos en este sueño Digna, construir un mundo justo para todos, un mundo donde unos pocos no opriman y exploten a la mayoría y esa mayoría ni siquiera pueda defenderse de quienes con leyes de por medio o sin ellas imponen su voluntad y sus intereses económicos y políticos.
DIGNA

Poema a nuestra abogada Digna Ochoa y Plácido

Visitarte en el ocaso,
cuando seca tu sangre palpitaba,
guardar tu aliento entre mis venas.
Aferrada a la vida
morías entre cafetales,
entre flores blancas.
Tu grito ¿gritaste?
que maldijo al verdugo en tu agonía
se quedó entre nosotros, tus hermanos.
No descanses en paz
como no asumimos tu muerte en el silencio,
aún nos queda mucho por hacer
miles de sueños que concluir
miles de manos que estrechar.
Nos reclama la vida otro esfuerzo
construir un país distinto,
con gente distinta
seguimos juntos Digna, en este sueño.
23 de octubre de 2001.
Antonio Cerezo Contreras
CEFERESO #1 La Palma, Almoloya.

Proponen colocar en el Senado placa en honor a la activista Digna Ochoa

  • Legisladores le rinden homenaje
  • Defensores de derechos humanos exigen no dejar impune su muerte
Víctor Ballinas y Andrea Becerril
 
Periódico La Jornada
Viernes 19 de octubre de 2018, p. 18
La Comisión de Derechos Humanos del Senado rindió homenaje a Digna Ochoa, a 17 años de su muerte, en el que legisladores y defensores resaltaron su trabajo e insistieron en que se cometió un crimen que no debe quedar impune.
Pilar Noriega y fray Julián Cruzalta, quienes se dedican también a la defensa de los derechos humanos, y los senadores Nestora Salgado, Emilio Álvarez Icaza, Félix Salgado Macedonio y Kenia López Rabadán participaron en el acto con el que se honraron las causas de la vida de Digna Ochoa y el trabajo de los defensores.
Todos coincidieron en la exigencia de justicia y tanto Noriega como Álvarez Icaza sostuvieron que no se trató de un suicidio sino de un asesinato, pues Digna recibió amenazas de muerte por su labor en defensa de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, ecologistas de Guerrero.
Álvarez Icaza, ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, resaltó que Ochoa defendió también a las víctimas de las masacres de El Charco y Aguas Blancas y en general a quienes estaban en condiciones de vulnerabilidad. Recordó que como ombudsman capitalino constató que las autoridades judiciales primero señalaron que se trataba de un asesinato y después dieron la versión del suicidio.
En el pleno senatorial, Álvarez Icaza propuso colocar una placa conmemorativa en el primer piso de esa cámara, con el siguiente texto: La defensora de los derechos humanos Digna Ochoa y Plácido, como una medida de satisfacción para honrar su memoria a los 17 años de su muerte.
Noriega aseguró que fue un crimen de Estado, pero inmediatamente después de la muerte de Ochoa las organizaciones y los defensores de derechos se dividieron y empezamos a pelear y discutir sobre si era suicidio u homicidio.
Aseguró que se perdió la oportunidad de fortalecer y proteger los derechos humanos, por lo que llamó a la unidad, independientemente de tener proyectos distintos.
Con ellos coincidieron los senadores Salgado Macedonio y Nestora Salgado, quienes destacaron que Digna Ochoa siempre luchó con los guerrerenses, así como en Chiapas y Veracruz.

Yo recuerdo a Digna Ochoa

El presente mes de octubre suman ya 17 años de la muerte de Digna Ochoa, abogada de los más débiles, defensora de los derechos humanos y asesinada impunemente en el Distrito Federal en el 2001.

Digna fue la quinta de 13 hijos, proveniente de una familia humilde en el estado de Veracruz, donde su padre Eusebio Ochoa López, líder obrero de la región, la inspiró a estudiar la carrera de Derecho, pues de niña escuchaba que su propio progenitor y los compañeros de este, siempre necesitaban abogados para defender causas laborales en la azucarera que trabajaban.

Recién graduada comenzó a asesorar personas de escasos recursos e ingresó al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez donde inmediatamente tomó casos delicados de gran relevancia en los que estaban involucrados el Ejército y diferentes cuerpos de seguridad pública.

Casos como los civiles detenidos por ser presuntos zapatistas en 1995, además del caso de Aguas Blancas en Guerrero; de la masacre en Acteal, Chiapas (1997), y el de los ecologistas guerrerenses presos Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera le valieron sus primeras amenazas de muerte, mismas que denunció ante la autoridad competente y que nunca fueron atendidas en investigación.

Lo anterior sumado a la firme y constante lucha por justicia en distintas instancias, incluso internacionales.

La más grande ironía es que lo que le ganó reconocimiento en diversos países, en México le significó una muerte violenta con un disparo en la cabeza y otro en la pierna izquierda, además de una nota donde amenazaban a sus compañeros del centro derechohumanista que lo mismo podría ocurrirle a ellos, a parte de una investigación de la Procuraduría del Distrito Federal quien dictaminó burdamente que su muerte, aun con los elementos anteriormente narrados, se trataba de un suicidio.

A casi dos décadas de distancia, el caso fue cerrado con esa última teoría, hoy lamentablemente seguimos contando historias similares de activistas que han sufrido las consecuencias de sus almas valientes, como la ejecución extrajudicial de Meztli Sarabia Reyna, hija del luchador social poblano Rubén Sarabia “Simitrio”, Marisela Escobedo en el estado de Chihuahua, Bernardo Ranferi Hernández Acevedo, luchador social guerrerense, y el asesinato del niño Humberto Morales Santiz, muerto en Chiapas en medio de la violencia que aqueja desde hace años al Frente Nacional de Lucha por el Socialismo, entre otros muchos casos que tristemente pasan desapercibidos para la sociedad que no conoce la noble lucha de estos héroes y heroínas sin capa, pues igual que un guerrero solitario libra una intensa batalla contra una bestia mítica en un cuento medieval, así el abogado y el activista luchan incansablemente en los tribunales defendiendo la justicia y la dignidad de todos con su única arma que es la ley.

Fijar una postura frente a temas que han acaparado personajes mezquinos y poderosos con el perverso fin de enriquecerse a costa del ignorante o descamisado siempre exige valentía, arrojo, entrega y empatía, por lo que nos corresponde a los demás apoyar irrestrictamente las acciones de quienes apuestan todos los días por la justicia y la defensa de los derechos humanos, ya que sin estas personas los cambios estructurales en las libertades del ser no existirían, así de simple. 

La tarea diaria debe ser cultivar nuestras mentes y nuestras almas para ser cada día más humanitarios, servir a los demás en la defensa de los desvalidos porque en tal medida que lo hagamos este será un país diferente.

Hoy cuento la historia de Digna Ochoa para que no sea olvidada y sirva de ejemplo para las nuevas generaciones, esta mujer que dignifica la más noble de las profesiones y engrandece no sólo a los abogados y abogadas en el mundo, sino al activismo social con la trayectoria de su vida.

Sirva la presente como un humilde homenaje para ella y todos aquellos que desde sus trincheras se despojan del ego personal y anteponen la vida misma por defender el derecho a vivir con el respeto, la integridad y el decoro que nos merecemos todos. Gracias por leer, yo soy Daniela González Lara.

Digna Ochoa y Mons. Romero: almas paralelas | Columna de Ricardo Sánchez García

#4 TIEMPOSCOLUMNA DE RICARDO SÁNCHEZ GARCÍA
Sin partitura


Digna Ochoa fue asesinada el 19 de octubre de 2001. Terrible golpe para defensores de derechos humanos y noticia minimizada por Vicente Fox. Óscar Arnulfo Romero fue asesinado un 24 de marzo de 1980, mientras oficia misa en una capilla de la capital salvadoreña. Digna y Romero trabajaron protegiendo a víctimas de derechos humanos. Ambos incomodaron a las cúpulas del poder, quienes demuestran constantemente no tener límites con tal de mantener el status quo.  

Digna, abogada egresada de la Universidad de Xalapa, pronto se incorporó al Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro. Activista y defensora de derechos humanos. Óscar Arnulfo Romero, con estudios de teología en Roma, arzobispo de su natal San Salvador, fue “la voz de los sin voz”. 

Lamberto González Ruiz, miembro del Frente Nacional de Abogados Democráticos señaló “a Digna Ochoa podríamos considerarla como una persona militante de los grupos defensores de derechos humanos en su máxima expresión. Era muy difícil seguirle los pasos, porque siempre iba más delante de uno”.  

Es un buen símbolo de nuestro país y a pesar de que está muerta es un activo de derechos humanos lo mismo que Rosario Ibarra, Pilar Noriega, Bárbara Zamora, Carmen Herrera y otras defensoras. A Digna le quitaron la vida por hacer esa labor. Los mexicanos deben saber de ella. Es un referente en la lucha por dignificar la ciudadanía y el ejercicio de derechos. Siempre buscó la paz y seguridad para los demás y mientras no se resuelvan los problemas del desarrollo, la democracia y justicia, no habrá paz en el país”.  

“Digna daba su vida por lo que creyó valioso: libertad, justicia y seguridad para todos. Ella no pretendió ser mártir. Simplemente fue una luchadora por la justicia y eso le costó la vida. No andaba en búsqueda de altares, honores, ni reconocimientos, solo quería solucionar los graves problemas”, concluyó el activista, excompañero de la abogada. 

El  Dr. Jesús Antonio de la Torre Rangel, catedrático de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, señaló “Desde que sucedió el martirio de Óscar Romero escribí un artículo publicado en Ictus que se reprodujo en varios libros. Hice un análisis jurídico a partir de sus homilías. Yo afirmo que tiene dos facetas. Desde la tradición iusnaturalista le pide a los soldados que no sigan reprimiendo al pueblo porque una orden injusta y una ley injusta no obliga y no debe obedecerse. Por otro lado, el aspecto profético en lo que llamaríamos la legalidad de la injusticia. Óscar Romero hace crítica de varias leyes que sirven a los ricos y oprimen al pueblo. Todo esto en cuanto al uso del derecho”. 

De la Torre Rangel sigue: “Es muy raro encontrar alguien que sea pastor y profeta al mismo tiempo. Ha sido una figura entrañable. La canonización confirma que se vale ser cristiano así. Su martirio es consecuencia del testimonio que vivió hasta sus últimas consecuencias y era de esperarse”.  

La Maldita Vecindad, grabó un corrido para Digna Ochoa: “su muerte fue una crónica anunciada. La abogada fue asesinada por un sistema y un gobierno sin justicia ni verdad. Defensora de los derechos de su gente. Digna sabía que la justicia no era sólo para el poderoso. Asesora de los pobres, los caminos en que andaba eran siempre peligrosos. Digna es la sangre que lucha y abraza al hermano, exige ni un abuso más, es la voz que no calla ante la injusticia”. 

La canción El Profeta atribuida a Yolocamba I ta recuerda a Monseñor Romero: “podrán matar al profeta, pero su voz de justicia no. Y le compran el silencio, pero la historia no callará. Con su evangelio en la mano Monseñor Romero quiso hacer justicia y la hizo, pero no gustó al villano. Su voz fue el aliento que defendió al campesino, iluminando el camino, la libertad de este pueblo”.  

Digna y Arnulfo murieron por combatir a poderosos tiranos, terratenientes y violadores de derechos humanos. Defendieron a los más pobres. Sembraron esperanza y actuaron pacíficamente. El discurso de ella fue plasmado en expedientes jurídicos para liberar presos políticos. El mensaje evangélico de él golpeaba las más duras conciencias que prefirieron callarlo antes de corregir el camino.  

Ambos hablaban con la verdad en la mano, esa que gobiernos y poderosos no quieren oír. La desigualdad social y las situaciones de inequidad imposibilitan una vida con calidad mínima aceptable y beneficia a unas cuantas personas, pero condena a miles para repetir en generaciones postreras las condiciones de vulnerabilidad.  

Romper este círculo ha sido imposible para muchas familias. Intentarlo en la vía pacífica le ha costado la vida a líderes sociales en Latinoamérica.  

“El Profeta y Mártir de la Américas” fue canonizado este 15 de octubre. A pesar de los homenajes y premios internacionales de Digna Ochoa, aún esperamos justicia y reivindicación para su enorme legado. 

Ambos son un gran ejemplo. De ella y de él podemos abrevar mucho todavía.

Rocío Mesino y Digna Ochoa siguen inspirando nuestras luchas

Demandamos el esclarecimiento inmediato de los crímenes contra defensoras y el cese definitivo de las violencias que nos acechan

Dignificada - Lila Downs

sábado, 13 de octubre de 2018

Digna Ochoa: emblema de la impunidad mexicana

La abogada Digna Ochoa fue asesinada por defender a los más débiles y su caso sigue impune.

Octubre 13, 2018
El 19 de octubre del 2001 Digna Ochoa y Plácido fue asesinada en su despacho de la colonia Roma, en el número 31-A de la calle de  Zacatecas. Tenía dos heridas de bala calibre 22. en el cuerpo, un disparo en la cabeza y otro en la pierna, que entró por la parte frontal del muslo y llegó hasta la parte posterior.
Sin embargo, el 19 de julio del 2002, la Procuraduría General de Justicia dijo que Digna Ochoa había cometido un “suicidio disimulado”. Margarita Guerra y Tejada, la fiscal encargada de la investigación que duró casi 11 meses, dijo que esta declaración estaba sustentada en más de 50 análisis periciales, 30 de los cuales eran considerados “hechos irrefutables”.
Guerra y Tejada dijo ese año que uno de los hechos más contundentes para confirmar el suicidio fueron un diario íntimo y correos electrónicos que le enviaba a sus amigos: “Ella hablaba de fantasías, de neurosis obsesivas, de períodos largos de depresión que cuando empiezan a operar en una persona que no tiene el apoyo permanente de un especialista,  pueden desencadenar en cualquier cosa que, desafortunadamente, siento que fue lo que pasó”.
Cuatro años después de su muerte y de que el gobierno diera por cierto que la defensora de los derechos humanos se había suicidado, la familia Ochoa y Plácido pidió que el cuerpo fuera exhumado y se reabriera la investigación. Esta vez, la indagatoria concluyó que no era posible descartar el asesinato. Sin embargo, no se culpó ni procesó a nadie.
* * *
Digna Ochoa y Plácido nació el 15 de mayo de 1964 en Misantla, Veracruz. Sus papás, Eusebio Ochoa López e Irene Alicia Plácido Evangelista, tuvieron 13 hijos, y Digna fue la quinta. Acabó la educación básica, y en 1984, a los veinte años, se graduó como licenciada en Derecho, por la Universidad Veracruzana.
Desde el principio de su carrera se enfocó a la protección de derechos humanos y a asesorar personas de escasos recursos. Poco después de graduarse, ya defendía a gente de abusos en los que el ejército y personal de seguridad pública estaban involucrados.
En 1991 se mudó a la Ciudad de México y empezó a trabajar en el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez –mejor conocido como Centro Prodh–, organización dedicada a la promoción y defensa de los derechos humanos en México. Ahí llevó casos como los de seis jóvenes (cuatro hombres y dos mujeres) chiapanecos que fueron detenidos el 9 de febrero de 1995 en Yanga, Veracruz. De ahí, el grupo de jóvenes fue trasladado, con los ojos vendados, hasta lo que se presume era el Campo Militar Número Uno, donde fueron torturados durante horas y obligados a firmar una declaración ministerial. En agosto de 1996, el juez federal del sexto distrito les dictó sentencia por cargos de posesión, traslado y fabricación de armas, y los condenó a seis años y nueve meses de prisión y 490 pesos de multa. Digna Ochoa fue la abogada encargada del grupo que logró sacar a estos jóvenes de la cárcel, demostrando que la Procuraduría General de la República (PGR) nunca tuvo elementos para tenerlos en prisión y que los delitos fueron prefabricados.
Unknown Numbers – Mural en Oslo de Digna Ochoa.


En 1995 también fue abogada en el caso Agua Blancas, un crimen de Estado en el que asesinaron a 17 campesinos en Guerrero. Tres años más tarde, en junio de 1998, fue parte del equipo de defensa en contra del Estado por la masacre de El Charco, en la que 11 jóvenes, supuestos guerrilleros, fueron ejecutados por soldados.
Ochoa defendía a los más débiles, a los que habían sufrido el abuso del gobierno, a los que vivieron la suerte de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, a los que quisieron y en muchos casos lograron callar “por revoltosos”. En 1996 fue la primera vez que recibió amenazas de muerte en el Centro Prodh. Las denunció, pero nunca pasó nada.
Tres años después, el 29 de septiembre de 1999, sacaron a Digna Ochoa de su casa en la Ciudad de México para interrogarla por los casos que manejaba. Casi un año más tarde decidió autoexiliarse en Washington, Estados Unidos, por miedo a ser asesinada, pero regresó en abril del 2001, y continuó con su defensa a dos campesinos ecologistas de Guerrero, Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel, que se opusieron a la tala de los bosques de Petatlán y Coyuca de Catalán, por lo que fueron detenidos y torturados por militares.   
El 19 de octubre del 2001 Digna Ochoa y Plácido fue asesinada en su despacho en la colonia Roma, en Zacatecas 31-A. Tenía dos heridas de bala en el cuerpo, de calibre 22., un disparo en la cabeza y otro en la pierna, que entró por la parte frontal del muslo y llegó hasta la parte posterior.